
que los países en vías de desarrollo podrían obtener recursos por cuidar sus bosques?
Por: Margaret Scutsch
Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, UNAM
Hoy en día aceptamos y reconocemos múltiples beneficios obtenidos de la naturaleza y en particular de los bosques. Estos beneficios son evaluados y estudiados por científicos de todo el mundo llamándolos comúnmente "servicios ambientales" o "servicios ecosistémicos".
En un esfuerzo por lograr la conservación de nuestros recursos naturales, despertar la responsabilidad en las naciones más desarrolladas así como en los demás habitantes del planeta surgen iniciativas globales de pago y/o compensación por el uso de estos servicios.
Ahora, como seres humanos podemos aceptar que somos directamente partícipes de distintos servicios según el lugar en el que nos encontremos o el tipo de hábitos que poseamos: Si salimos a caminar disfrutando de los paisajes, si recolectamos comida en el bosque o tenemos ganado alimentándose de él, por ejemplo. Pero eso sí, un problema que compartimos todos los seres humanos de forma directa es el cambio climático y la aceleración del mismo debido a la emisión de gases de efecto invernadero por diferentes motivos, uno de ellos, la deforestación.
Conociendo todo esto se han propuesto varias alternativas y una de estas iniciativas es llamada estrategia REDD+ (Reducción de emisiones de carbono por deforestación y degradación), que tiene por meta la diminución de los gases de efecto invernadero. La idea es que los países más ricos, empresas u otras organizaciones paguen a los países en desarrollo para lograr reducciones en la tasa de emisión de dióxido de carbono (que es uno de estos gases) desde sus bosques. Esta política de la Organización de las Naciones Unidas no está totalmente definida, pero puede contar o con un sistema intergubernamental, o un mercado para ´bonos de carbono´. De todos modos, el espíritu general de la estrategia REDD+ es que los países desarrollados entreguen apoyos económicos que sean distribuidos entre los países en vías de desarrollo que estén cuidando sus bosques o tratando de revertir los errores de manejo cometidos en el pasado.
Como es una estrategia aún en desarrollo queda pendiente definir: cuanto se pagará (por ejemplo, por tonelada de carbono), y cómo se distribuirán estos beneficios entre los diferentes grupos involucrados, como los campesinos, las empresas forestales y las organizaciones que tratan de promover la política dentro del país.
Lo cierto es que no es posible cuantificar todos los servicios que nos brinda el bosque ni hacer pagos que se basen solo en la cantidad del servicio. Pero México tiene experiencia en este tema pues la CONAFOR (Comisión Nacional Forestal) ya contaba con herramientas económicas para conservar los servicios ambientales del bosque a nivel de comunidades y ejidos (formas comunitarias de tenencia del suelo), por ejemplo en su programa de pago por servicios ambientales hidrológicos, conservación de biodiversidad y captura de carbono. Todas las lecciones aprendidas con este programa apuntan a cómo pagar por buenas prácticas de manejo y conservación del bosque preservando así varios servicios a la vez, sin aumentar la desigualdad entre comunidades.
No cabe duda de que existe un interés considerable en los países desarrollados por contribuir financieramente a los instrumentos de este tipo, cuando se demuestra su eficacia. Sin embargo, en esta época de crisis económica, la mayoría se han mostrado reacios a comprometerse totalmente. Tomará tiempo y más discusiones internacionales antes de que los grandes flujos de recursos económicos estén disponibles. Una vez que estos obstáculos se venzan, los países en vías de desarrollo podrían, ciertamente, obtener fondos provenientes de países desarrollados para conservar su bosque.