que los indicadores ambientales siempre indican lo que se espera de ellos?
Autor: Dr. Gerardo Bocco Verdinelli
Es común utilizar indicadores ambientales para realizar estudios de municipios, áreas protegidas, o ejidos y comunidades rurales, incluso barrios en zonas urbanas o peri-urbanas, sin embargo no siempre los datos que presentan están bien relacionados con el contenido que quieren demostrar.
Ejemplos de estos indicadores son la alfabetización, o el nivel de ingresos, en aspectos sociales; o bien áreas erosionadas, en aspectos biofísicos. Uno de los indicadores sobre la sociedad más utilizados en los estudios ambientales, es la densidad de población.
La densidad de población se calcula dividiendo el número de habitantes sobre la superficie de un área específica; el valor resultante se expresa como habitantes por kilómetro cuadrado o bien por hectárea. Este indicador se usa mucho para planes y programas de política pública, incluso de los más variados.
Puede tratarse de la evaluación para el establecimiento de nuevos centros educativos u hospitalarios, o bien, si esta densidad se refiere a habitantes con un cierto nivel de ingreso, para programas que intentan mitigar situaciones de pobreza o marginalidad.
Sin embargo, si la densidad no se valora en el marco de una evaluación complementaria tanto cualitativa como cuantitativa, este indicador puede no arrojar un dato significativo. Yi Fu Tuan, un renombrado geógrafo humanista chino-norteamericano, en varios de sus trabajos, ha señalado que estos indicadores no indican gran cosa (aunque él no lo ha expresado así, sino de una manera menos contundente y coloquial). En realidad, a lo que el autor alude, es a la superficialidad de un dato que aparenta ser muy robusto, pero que al no estar matizado por un contexto de significado coherente, pierde sentido, en tanto ya no expresa aquello para lo cual fue calculado, es decir, lo que pretende indicar.
Un ejemplo de esta falta de indicación del indicador es la densidad de población de los Países Bajos (Holanda coloquialmente hablando). En general se asocia alta densidad con hacinamiento, o probabilidad de hacinamiento, sin embargo, cualquiera que haya viajado por ese país verá cualquier cosa menos hacinamiento. O bien se asocia la baja densidad con vulnerabilidad y aislamiento, pero, hay zonas de muy baja densidad pero muy bien comunicadas, sin mayores problemas de acceso ni menos aún, vulnerables.
Ver por ejemplo, la trama urbana de la ciudad de Enschede, en los Países Bajos.
http://www.guiarte.com/mapas-destinos/satelite_poblacion_enschede.html., y comparar con esta imagen de la frontera Tijuana-San Diego en http://people.ucsc.edu/~shvelazq/tijuana.jpg
Lo que propone Yi Fu Tuan es que los estudios para la planeación territorial, en especial aquéllos a niveles detallados, deben ir más allá de un indicador, y deben compenetrarse en las vivencias de los habitantes, de tal modo que no sean sólo un numerador de un quebrado.
Otro ejemplo, es la intensidad de los procesos erosivos, indicador de "mala salud" de un terreno o territorio. Sin embargo, en muchos casos, intensos procesos de erosión no son percibidos como un problema por los pobladores de una zona rural afectada. De este modo, el problema es de los técnicos y no de la gente supuestamente afectada. En algunos casos la erosión resulta difícil de evitar, y la gente en cambio ha desarrollado técnicas de recolección de sedimentos, para compensar el efecto de pérdida de suelos (Mixteca alta, Oaxaca, desde tiempos inmemoriales).
Tuan no sugiere que no deban hacerse estos cálculos, lo que dice es que deben manejarse con cuidado, y arroparlos de valores cualitativos, por ejemplo, de la fidelidad o no a un lugar, de tal modo que esta valoración pueda ser más contundente que un simple número de habitantes por unidad de área, o cantidad de hectáreas erosionadas.
Indicar o no indicar ¡ése es el dilema!