¿Es cierto ...

que el cambio climático actual podría deberse en parte a los cambios en la radiación solar, a la variación natural de la Tierra o a los volcanes?

Dependencia: Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad. UNAM.

Autor: Guillermo Murray Tortarolo1, Karla Arlae Sánchez Guijosa2, Arhat Tejada3, Aldair Sierra3, Isaac Galindo2, Cristina Navarro4
  1. Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES), UNAM.
  2. Posgrado en Ciencias de la Sustentabilidad, UNAM.
  3. Licenciatura en Ciencias Ambientales, UNAM.
  4. Licenciatura en Economía, UNAM.

El clima de nuestro planeta ha cambiado muchas veces a lo largo de su historia. Dese sus orígenes como una bola ardiente de fuego, hasta momentos en que ha estado completamente cubierto de nieve. No es de extrañarnos, que, frente a escenarios tan extremos, los cambios en el clima de la actualidad nos parezcan nimios.  A raíz de lo anterior, hay quienes llegan a pensar que el cambio climático actual no debería preocuparnos o que es parte de un proceso natural planetario. ¿Es esto cierto?

Para dar una respuesta lo anterior, primero tenemos que entender cuáles son los grandes controladores del clima terrestre. El clima de nuestro planeta se ve alterado por tres grandes motores: los cambios en la incidencia solar (por ejemplo, por modificaciones en la órbita), los cambios en el albedo (el color) y la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Los tres factores actúan modificando la cantidad de radiación que absorbe la superficie terrestre, derivando en alteraciones directas a la temperatura global. Hablemos entonces de cada uno y veamos si es posible que sean parcial o totalmente responsables del cambio climático que estamos viviendo.

El primer factor regulador del clima es nuestra estrella. Sabemos que el Sol y nuestra posición con respecto a él, son la principal causa de la variabilidad del clima en nuestro planeta. Los movimientos de rotación generan cambios térmicos diarios y los de traslación son causantes de las estaciones. En términos de siglos, los cambios en la presencia de manchas solares también son un importante motor de aumento o disminución de la temperatura global. Finalmente, a lo largo de cientos de miles de años, las alteraciones de la órbita terrestre (causadas por el jalón gravitacional de otros planetas y la luna) generan ciclos glaciales e interglaciares, conocidos como ciclos de Milanković. Todos estos factores, si bien pueden modificar de manera radical el clima planetario, tardan cientos, miles y millones de años en hacerlo; por lo tanto, no pueden ser responsables del rápido calentamiento que estamos viviendo.

Una vez descartada la influencia del Sol en el calentamiento global, podemos pasar al segundo elemento: el color. El color otorga una propiedad innata a la materia conocida como albedo, este representa la fracción de radiación solar reflejada por una superficie u objeto. En nuestro planeta, algunas superficies son más brillantes que otras: las áreas que están cubiertas por hielo tienen mayor albedo, lo que resulta en temperaturas más bajas, mientras que las zonas con vegetación o el mar tienen menor albedo, al ser más oscuras. El albedo planetario se puede modificar a través de cambios en la nubosidad, la superficie cubierta de nieve y hielo, la superficie foliar y la cobertura del suelo. ¿Pero el color de la Tierra ha cambiado? los datos satelitales muestran que el color de nuestro planeta ha permanecido casi constante en los últimos 50 años, así que este factor también puede ser descartado como un causante parcial del cambio climático actual.

Lo anterior nos deja con un último elemento: los gases de efecto invernadero (GEI). La atmósfera terrestre está constituida principalmente por nitrógeno (78 por ciento) y oxígeno (21 por ciento), con una pequeña fracción (1 por ciento) de otras moléculas. Sin embargo, pese a su relativa pequeña concentración, su rol como reguladoras del clima es fundamental. Estos gases tienen la capacidad de “reabsorber” la radiación antes de que se escape al espacio, resultando en un calentamiento extra. Gracias a ellos la temperatura terrestre es 17°C superior a lo que sería sin atmósfera, lo que permite que exista agua líquida y vida. No obstante, en el último siglo su concentración en la atmósfera ha ido en aumento. Esto lo sabemos inequívocamente gracias a muchas estaciones de monitoreo que existen desde 1950 y recientemente también hemos comenzado a poder medirlos mediante nuestros satélites. La vertiginosa acumulación de los GEI en la atmósfera es indudablemente la causante del incremento en la radiación absorbida por nuestro planeta y, por lo tanto, del aumento en la temperatura.

Esto nos deja una única pregunta ¿De dónde vienen estos gases? Comencemos primero por decir de donde no vienen. Su origen no puede ser volcánico, dado que no se ha registrado una actividad particularmente notoria en los últimos cien años. Tampoco provienen del espacio, porque la mayoría de los cometas contienen poco o nada de estas moléculas; ni de la erosión de ningún continente, porque no ha habido una surgencia masiva. Ningún proceso natural puede ser el causante. De hecho, distintas fuentes (isotopos atmosféricos, núcleos de árboles y corales, núcleos de hielo) muestran de manera inequívoca que el origen de los GEI es indudablemente debido a la quema de combustibles fósiles. Así que allí podemos identificar al único responsable: el ser humano. El calentamiento global actual es completamente ocasionado por nosotros. Ni el sol, ni el color, ni los volcanes, ni los meteoritos, contribuyen en absolutamente nada a este proceso.

Etiquetas: Cambio climático, IIES, 2024, BUM 110, Es cierto